Un carpintero austríaco disparó accidentalmente un clavo de cuatro pulgadas dentro de su cerebro, sin padecer siquiera una jaqueca.
El ebanista suertudo se llama Tom Schoenitz, quien estaba arreglando la azotea de una casa de Salzburgo cuando uno de sus compañeros pasó con la pistola de tachuelas y él la golpeó con su cabeza. Como resultado, se disparó un clavo de 10 centímetros que atravesó su cráneo, llegando a su cerebro.Luego de una hora y media, los médicos pudieron extraer el elemento metálico y le realizaron estudios para comprobar que no hubo daño cerebral. El Dr. Alois Karlbauer del Hospital de Salzburgo realizó una declaración que ahora parece muy obvia: "El hombre fue muy afortunado al sobrevivir".
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