Es una curiosa medida de ahorro energético, el consejo pastoral de un barrio de Manchester- lo considera un «último acto de generosidad» por parte de los muertos hacia los seres queridos que dejan esta Tierra.
Un crematario de esa ciudad inglesa ha decidido utilizar el calor generado en la incineración de cadáveres para calentar las salas y la capilla que visitan los dolidos familiares y amigos, así como para producir la energía eléctrica que ilumine esas instalaciones.
El Ayuntamiento realizará una consulta sobre la aceptación de este modo de aprovechar el «calor corporal» en el crematorio de Dukinfield. La idea podría extenderse a otros crematorios. Para el reverendo Vernon Marshall, un sacerdote implicado en el proyecto, se trata de un «amoroso modo en el que los muertos pueden proveer de confort a los vivos en tiempo de dificultad». Todo empezó por las quejas del público sobre el frío de las salas.Eso no es todo; hay otro tema medioambiental que ha hecho tomar a los crematorios mucho más en serio: para el 2012, los gobiernos locales deberán reducir la cantidad de mercurio liberado a la atmósfera.
Cuando se quema un cuerpo, se emite mercurio, causado por la vaporización de los empastes usados para curar caries. Aunque eso está cambiando, la mayoría de la gente mayor de 30 años tiene aún empastes de mercurio, así que mientras esas personas fallecen el problema durará al menos otros 60 años.
La solución es un filtro que tiene un costo de 1 millón de dólares. Por ahora la drástica solución es sólo un plan, pero hasta ahora las autoridades religiosas se han mostrado dispuestas, al menos teóricamente, a apoyarla.
El principal problema será conseguir que la gente que va al crematorio a decir el último adiós a su ser querido, esté tranquila, a sabiendas que la luz y el calor que sienten en ese momento es creado por su familiar o amigo.
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